miércoles, 17 de febrero de 2010

LA MONTAÑA

Cuando después de mucho tiempo conseguí dormir en un encajonado valle pirenaico,bajo las estrellas y pasando algo de frío, corría el día 27 Noviembre. El alba nos despertó, el gélido aire de los días ya próximos al invierno nos recibe con una bofetada nada más salir del saco, sin embargo el espectáculo del amanecer con las primeras luces ya posadas sobre las cumbres, hace que algo se encienda en el interior de uno mismo; con dificultad y torpeza en los dedos conseguimos comer algo. En seguida un salto y a vestirse. En no más de 5 minutos estamos preparados y nuestras pesadas botas de plástico pisan con fuerza el camino que nos dirige hacía nuestro objetivo. Una sonrisa se instala en nuestra cara, es la sensación de libertad de poder disfrutar de todo esta marvilla, de formar parte de un conjunto. Poco a poco arañamos los metros a la montaña, el intenso aire nos empuja hacía atrás, jadeos y alguna mirada entre nosotros pero ni una palabra, solo un silencio interior que lo dice todo. Superadas las dificultades sólo quedan unos metros hasta la cumbre, te mueves despacio pero sin dejar de mirar ahí arriba, y de repente, ya está, ves el otro lado. Una ola de felicidad te invade y piensas en gritar diciendo !Que sencillo! Las montañas son aún más bellas desde arriba y por eso hay que tener valor de ir a por ellas.

Comienza entonces la bajada, saboreas todos los momentos anteriores y ya piensas en la próxima vez, te encuentras pleno en cuerpo y alma.


Así es la montaña para mí.

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